Secuelas en Táchira

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En la frontera colombo – venezolana se ubica el puente Simón Bolívar, el cual como todos sirve para unir y esta vez dos naciones, se encuentra cerca a la localidad San Antonio de Táchira donde se acumuló en parte la carga de ayuda dirigida a la población venezolana, cuyas condiciones de vida son tan mínimas que sólo son un paliativo; similares condiciones se dan en Curazao y la frontera con Brasil; el Presidente reconocido de Venezuela Guaidó anunció que el sábado 23 de febrero sí o sí se recibiría en su tierra dicha ayuda no permitida por Nicolás Maduro por razones a estas alturas incomprensibles; lo ocurrido ese día en las fronteras con Brasil y Colombia aún no se conocen en su integridad, se habla de decenas de muertos, muchos de ellos debido a las condiciones logísticas en que están los hospitales venezolanos, y se sabe que nuevamente el dictador ha vuelto a traicionar a Bolívar precisamente en el puente que lleva su nombre, hasta se han incendiado camiones que llevaban la carga humanitaria y asesinado a un chofer que hacía dicho servicio, otro cargo en el juicio al tirano.

Otra de las consecuencias es que de motus proprio Maduro, no la nación Venezolana, ha roto relaciones con Colombia, actitud que ha analizado en reconocido embajador Miguel Angel Rodriguez Mackay, y concluido en que dicha rotura de relaciones no tiene connotación jurídica y sus efectos no producen consecuencia para el derecho internacional, tomando como referencia la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas del año 1961, las relaciones diplomáticas solo son posibles entre Estados que son actores con vida propia y están determinados por derechos o facultades y deberes u obligaciones en sus relacionamientos recíprocos, pero teniendo en cuenta que cuentan con el poder otorgado por el soberano que es el pueblo, en consecuencia no existen relaciones entre gobiernos sino entre naciones.

Otra consecuencia es que los gobiernos para contar con capacidad de relacionamiento internacional deben ser legitimados y gozar del reconocimiento de sus gobernados, además de otros Estados de la comunidad internacional, este viene a ser un legado de la paz de Westfalia de 1648, que ha sido el origen de lo que se denomina Estado moderno, visto de esta manera, Nicolás Maduro tiene un grave problema con la comunidad internacional desde el momento que su gobierno califica como usurpador, al disponer de un poder que no se le ha entregado sino ha sido arrebatado; el régimen de Maduro no existe jurídicamente y por lo tanto todo lo que diga o haga no afecta ni compromete al Estado Venezolano, el cual desconoce dicho régimen.

Colombia es una nación de cuya estabilidad democrática no puede dudarse, y su gobierno es reconocido mundialmente, desde el punto de vista colombiano y obviamente la comunidad internacional, las relaciones de tipo diplomático con Venezuela se mantienen intactas e incólumes ya que a partir del 10 de enero del 2019 el gobernante de Venezuela es Juan Guaidó.