La reciente salida de Christian Cueva de Cienciano ha generado diversas reacciones. Mientras algunos entienden su decisión como parte de la dinámica del fútbol profesional, otros la ven como un claro reflejo de engreimiento, falta de autocrítica y escasa gratitud hacia un club y una afición que apostaron por él en un momento en que pocos lo hacían.
🔍 1. Cienciano le abrió las puertas cuando pocos lo hacían
Cueva llegó a Cusco tras meses de irregularidad futbolística, problemas personales y escaso ritmo competitivo. Cienciano lo acogió, lo puso en vitrina nuevamente —Sudamericana incluida— y le devolvió el protagonismo. Sin embargo, su despedida careció de humildad. En lugar de reconocer ese respaldo, eligió victimizarse públicamente, enfocándose en lo que «no le dieron», cuando el club le ofreció plataforma, minutos y confianza.
💬 2. El discurso del “no me valoraron” resulta cómodo
El argumento de que «no me valoraron» suena más a discurso de jugador estrella acostumbrado a privilegios que a una lectura honesta de la situación. ¿De verdad esperaba una renovación millonaria tras una sola buena etapa corta, en un club que cuida su economía? Además, cuando dijo que «tuvo que pagar para salir», lo presentó casi como una injusticia, ignorando que fue él quien rompió el compromiso antes que buscar una solución interna con respeto.
🏟️ 3. Desprecio implícito a la ciudad y al proyecto cusqueño
Cueva no solo dejó el club, sino que se fue criticando públicamente a su presidente y gestión, sin considerar el impacto que eso tiene en una institución histórica como Cienciano. ¿Qué mensaje le deja eso a la hinchada cusqueña? Muchos esperaban de él un liderazgo, y en cambio obtuvieron una actitud que muchos interpretan como una muestra de ego inflado, sin conexión con la realidad del fútbol peruano y sin gratitud hacia una ciudad que lo respaldó.
💭 Reflexión final
Christian Cueva, con todo su talento, aún arrastra los fantasmas de la inmadurez y la autosuficiencia. Su salida de Cienciano deja claro que, más allá del fútbol, hay cuentas pendientes con la humildad y el compromiso. En lugar de irse en silencio y con respeto, eligió un discurso egocéntrico que desmerece el esfuerzo de un club y una afición que lo volvieron a poner en el mapa. Y eso, más que dolor, deja decepción.



